
"Is this it" de The Strokes, ¿el disco que salvó el rock?

Pocas veces me ha sucedido eso con primeras escuchas de discos (Dynamo, Nevermind, Yankee Hotel Foxtrot, Funeral, Illinoise, Turn on the Bright Lights). Había que disfrutar. Es así que los últimos meses del primer año (o segundo) del nuevo siglo deambulé por Lima con las canciones de los Strokes en los oídos, pensando que aquella etapa sería fundacional y muy difícil de olvidar.
Han pasado casi diez años desde aquellos días. Desde que unos recién levantados The Strokes le gritaron a todo el mundo que Nueva York no había muerto, que aún resistía ahí herida y humeante, gracias a la música que se escuchaba en sus calles y bares. El golpe del 11-S había sido duro para sus habitantes, pero la vida en las calles de Manhattan, Brooklyn, Williamsburg y Lower East Side tenía que seguir. Fue aquel el contexto, de miedo y también de peleas discográficas, el que se respiraba cuando salió a la venta el primer disco de aquellos chicos bien, mal-trajeados, que se hacían llamar The Strokes (como un homenaje a todas sus bandas favoritas que empezaban con "The", sobretodo a sus adorados The Velvet Underground y por qué no también a los The Stooges).
Hubo censura. La portada en EEUU, que mostraba el guante negro de una mujer sobre su silueta desnuda, tuvo que cambiarse por el puritanismo de los sellos y sus jefes, a pesar que en el Reino Unido ya había salido con la imagen. Una de las letras de las canciones también. La parte de New York City Cops en la que se hacía referencia a lo poco listos que eran los policías de NY también fue cambiada en la versión final.
Pocos debuts se me ocurren tan exitosos, y bulliciosos, como el que protagonizaron los Strokes con este disco. Cuando uno escucha sus once temas (poco más de media hora) da la impresión que pasado y presente musicales colisionan de manera perfecta. Lo suyo era tributo -a todo el rock y post punk del pasado- pero también era aporte. El sonido y la actitud eran las mismas pero la manera de presentarlas, no. Bastaba escuchar cantar a Julian Casablancas, líder innato y prepotente de la banda, para saber que su voz cansada y desganada parecía hacernos un favor cantando. Las guitarras sucias y directas de Albert Hammond Jr., otro hijo de famosos como Casablancas, funcionaron como el acompañamiento perfecto para su propuesta.
Pasados diez años, y a poco de editar su cuarto disco, los Strokes siguen señalando, con petulancia, que su primer disco no logró lo que ellos soñaban. No lograron convertirse en el grupo fetiche de medio mundo y sus dos discos posteriores, aunque muy buenos, no lograron consolidar aquella etiqueta con la que nacieron. Sin embargo, para mí, sus canciones siguen funcionando, no como clásicos, ni como antes. De vez en cuando desempolvo la caja del CD le pongo play y me pongo a deambular pensando como hace diez años que ese día será fundacional y difícil de olvidar. Eso, para mí, ya es bastante.
Escribir un comentario